viernes, 2 de mayo de 2008

Santa Elena

Esta vista sobre la vereda El Placer de Santa Elena, corregimiento situado en una meseta de la cordillera Central, en inmediaciones de los valles de Aburrá y San Nicolás, nos deja ver, al fondo, la ciudad de Medellín.
Este corregimiento de Medellín, localizado en una zona montañosa al oriente de la ciudad, ofrece un atrayente paisaje de clima frío, que comprende zonas de reserva forestal, una hermosa laguna, humedales y numerosas quebradas y nacimientos de aguas.

  Santa Elena se conecta con Medellín por la antigua vía que, en 1925, unió al Valle de Aburrá con el Valle de San Nicolás de Rionegro, lo cual estableció las bases de lo que hoy conforma una ciudad-región de gran prosperidad y atractivo. En la actualidad, también se puede acceder a Santa Elena por la vía al Aeropuerto Internacional José María Córdova y por la autopista Medellín-Bogotá.
La vista aérea permite apreciar la centralidad del corregimiento de Santa Elena. Se destacan la iglesia, el parque y la Casa de Gobierno.

  Rasgos topográficos propios y muy variados paisajes y microclimas caracterizan este territorio conformado por un conjunto de veredas. Barroblanco, El Cerro, El Llano, El Placer, El Plan, El Porvenir, El Rosario, La Palma, Mazo, Pantanillo, Perico, Piedragorda, Santa Elena Central y San Ignacio son los parajes donde transcurre la vida cotidiana de los herederos de la tradición del silletero, aquel campesino cultivador y comerciante de flores, a quien cada mes de agosto, en Medellín, se le rinde homenaje en el Desfile de Silleteros.
Los habitantes de Santa Elena reproducen, en sus viviendas, su entorno de naturaleza.

  A finales del siglo XIX, los campesinos de Santa Elena destinaban sus huertos a la producción de pancoger, y comercializaban en Medellín sus excedentes, al igual que flores, leña, “tierra de capote”, helechos y cuido para aves. Hacia mediados del siglo XX, Santa Elena vivió un momento de auge y esplendor de la floricultura campesina, hasta que, posteriormente, poderosas industrias tomaron el mando del negocio de exportación de flores al mercado mundial.
La floricultura es una tradición en Santa Elena. Los conocimientos ancestrales son aplicados diariamente con esmero, como lo hace doña Noelia Patiño, de la vereda El Plan.

  Santa Elena siempre fue considerada como un buen lugar para temperar. Algunas familias de Medellín tenían fincas y quintas en estas tierras, donde pasaban largas temporadas. Existen testimonios, de quienes eran niños por aquellos años, sobre cómo hacían este viaje en una silleta, a las espaldas de un carguero. Por otro lado, en busca de las comodidades de la ciudad, muchas familias campesinas de Santa Elena han extendido sus parentelas por los barrios del oriente de Medellín.
Ejemplo de vivienda propia de la época, cuando los campesinos de Santa Elena transportaban las flores y las hortalizas en silletas para su venta en atrios de iglesias, barrios y plazas de mercado de Medellín.

  En Santa Elena, territorio de excepción, se adelanta un interesante proyecto ecológico, el Parque Arví, que, asociado a una red de antiguos caminos del periodo colonial y a un bello y sereno paisaje natural, involucra casi todo el corregimiento. En Santa Elena tienen asiento instituciones como Comfenalco y su Parque Ecológico Piedras Blancas, donde se localiza la primera represa para el abastecimiento de agua potable que tuvo Medellín, y la Universidad Nacional de Colombia, con sus sedes Agrícola y Forestal.
Las nuevas generaciones de silleteros construyen sus viviendas incorporando materiales modernos, pero conservando rasgos de su arquitectura tradicional.

  Hoy, Santa Elena, famosa por los silleteros y silleteras que desfilan anualmente en el máximo evento de la Feria de las Flores, es un territorio de paisaje abierto, en el que conviven costumbres rurales y estilos de vida cosmopolitas. Es frecuente encontrar que en las veredas habiten, además de la comunidad campesina tradicional, jóvenes profesionales, artistas y artesanos, parejas de jubilados y estudiantes universitarios, en calidad de propietarios o pagando el alquiler de pequeñas y acogedoras fincas, con sus casas rodeadas de jardines. Coexisten allí, por tanto, formas tradicionales de vivienda campesina y arquitectura rural moderna, como también predios con vocación agrícola, fincas de recreo, hospedajes y centros de esparcimiento.
En Santa Elena no se conciben las casas sin jardines. Pensamientos, novios, crisantemos, begonias y agapantos, entre muchas otras variedades de flores, son compañía permanente para sus habitantes.

  En Santa Elena se vive bien, en la tradición o en la modernidad, ya sea por temporadas o todo el año, gracias a su saludable clima y al apacible transcurrir del tiempo, sin ruidos ni acelere, en un entorno de aire puro y de confianza.

A la vera del camino, Luis Eduardo exhibe y vende flores, hierbas medicinales y plantas; las fragancias del lugar embeben a quien lo visita.

En Santa Elena, los establecimientos educativos, con sus instalaciones bien dotadas, posibilitan a los niños de la región los aprendizajes para la vida.

Diferentes métodos para el cultivo de flores son utilizados por los floricultores de Santa Elena. En su invernadero, don Jaime, silletero de tradición.

Santa Elena, favorable a la producción de hortalizas y frutas, posibilita a sus moradores diversas fuentes de sustento, como a este cultivador y comerciante de fresas.

Para doña Cecilia, las menciones, medallas y galardones merecen un sitial de honor: es nada más ni nada menos que la ‘gesta silletera’ que ha protagonizado su familia.

Cultivadora de orquídeas, doña Carmen ha recibido numerosas menciones y premios en las grandes exposiciones de Medellín.

En el corregimiento de Santa Elena, muchos citadinos han encontrado un espacio ideal para vivir.

Yarumos, siete cueros, marra bollos, pinos, eucaliptos, vegetación imperante en esta región de montaña, son un marco perfecto para la construcción de viviendas con estilos arquitectónicos novedosos.

Texto: Edgar Bolívar Rojas